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PROFETAS DE LA ALIMENTACIÓN MODERNA

Bocaditos para entender las nuevas normas alimentarias de la estética-corpovirtual

Publicado: 2018-09-30


Antiguamente los marcos regulativos de las dietas alimentarias estaban basados en las creencias, que no era más que una forma de poder desear, expresar, apropiarse y entender el mundo y orden social, además de ser una marca tangible de identidad. De ello que encontremos la prohibición de algunos alimentos en muchas sociedades, característica que perdura hasta el día de hoy, aunque en muchos casos transformadas.

Este carácter está presente el día de hoy en religiosidades tradicionales, de hecho gran parte de la población peruana -y de otras partes de Latinoamérica- católica practicante o no, en semana santa comen solo pescado -que por cierto se pone caro, en algunas religiosidades evangélicas no se come sangrecita, incluso el cerdo está prohibido considerado un animal “impuro”, en la religiosidad llamada comúnmente mormona existe un código de salud (revelado a José Smith) con prescripciones alimentarias que incluyen la prohibición del té y el café entre otras, en las neo-hinduistas no se come carne y la prescripción va aún más allá cuando hay alimentos que son considerados “alimentos de la pasión” como la cebolla o el ajo, o de “la ignorancia” como los hongos y zetas, para irnos más cerca algunos pueblos originarios de la Amazonía no consumen ciertos animales terrestres y acuáticos por considerarlos sagrados o impuros relacionado a sus saberes ancestrales.

En la sociedad “normal” también existen prescripciones asociadas más a la construcción del “asco”, que está relacionada a una forma de poder expresar y desear la sociedad a la que se aspira, al igual que los lugares que se eligen para comer, son elementos incluso que determinan estatus social, jerarquía y revelan el ser social de un grupo.

Sin embargo, en un contexto en el que "Dios ha muerto", y en el que las regulaciones alimentarias en cierto modo se han venido abajo provocando obesidad (y con ello todos los males de salud asociados, diabetes, hipertensión, cáncer, etc.), desnutrición, depredación de recursos, cuya finalidad es satisfacer un paladar cada vez más anómico, en un contexto que el sociólogo Claude Fischler indicaría como gastro-anómico; surgen nuevas formas de regulación, nuevas prescripciones que se inscriben en las mentes y cuerpos en los contextos urbanos principalmente y que está asociados a formas que se encuentran mediadas por la estética corporal.

Es así que en un panorama aparentemente secular, en el que predomina el culto y diversos rituales asociados al "ego" surge un nuevo personaje que incluso ha puesto con los pelos de punta a los científicos -tan aburridos- como los nutricionistas.

Este personaje es “el personal training”. Como nuevo “pastor” de la religiosidad secular del cuerpo tiene cada día más adeptos. Y es que su éxito radica en resultados tangibles sobre el cuerpo en los que existen dosis grandes de motivación (la fe moderna), mensajes de cambio, y también una manera de generar ingresos vendiendo un paquete de prescripciones saludables para un cuerpo “bonito”.

Por lo general las redes sociales son el punto de apoyo de estos nuevos pastores de la alimentación y el cuerpo. Y es que “papelito manda” o “fotografía manda”, pese a que puede tener miles de filtros, los miembros de estas nuevas comunidades real-virtuales suelen promover sus cambios a través de estos medios, generando más adeptos que quieran incursionar y recibir las sagradas escrituras de los planes alimentarios (a un costo nada barato), que han sido enviadas al buen estilo de un mandato divino de la “salud” y del “ego”, producto de una mercantilización y cosificación del cuerpo.

La nueva utopía entonces es alcanzar la felicidad con el cuerpo deseado y de pasada ganar dinero vendiendo algunos planes de alimentación entre otros. Lo cierto es que estas nuevas formas de grupidad, que involucran cambios nutricionales y transformaciones corporales a través del ejercicio y la dieta, no es más que la transformación de aquellas viejas prescripciones religiosas pero que ahora tienen tintes seculares y estéticos-virtuales (al muy estilo de las dietas de los atletas griegos).

En ese sentido existe una tendencia eterna en buscar la regulación -en este caso alimentaria -a través de parámetros colectivos, de hecho podemos observar comunidades “fitness” que se reúnen en diversos espacios de la ciudad como parques, y también en sus propias casas para practicar comensalidad saludable y de paso hacer “food styling”.

Y es que nuestra propia individualidad no lograría del todo superar de manera racional la profusión de reglas y auto-eliminación de las mismas a las que estamos sometidos hoy en día todos los seres humanos, que genera no solo un consumo diverso, solitario sino también nocivo para la salud.

Pese a que sabemos muy bien que es un negocio -actuamos de una manera cínica en términos de Sloterdijk- y que no necesariamente los planes alimentarios puedan ser seriamente alimentarios (en término nutritivos), la búsqueda de una razón que regule nuestros propios comportamientos alimentarios atravesada por una incesante búsqueda de aprobación social-corporal medido a veces en likes, ha generado esta nueva oferta desde el lado de la estética corporal-secular.

Esto demuestra un rotundo fracaso no de la religión, ya que estas tienen cada vez más personas que se afilian a las nuevas dietas alimentarias propuestas, como el vegetarianismo o veganismo neo hinduista; sino de la ciencias de la nutrición, que no han logrado conectar con las personas de a pie, presentándose formal y poco atractiva y más como impuesta en contextos de enfermedad más que de mantenimiento de salud. No negaremos que existe un número de personas que acuden a estos especialistas, sin embargo la gran mayoría acude de manera secundaria frente al diagnóstico de alguna enfermedad.

Estos espacios vacíos que ni la ciencia ni la religión han logrado suplir, son ahora parcelas de las emergencias individuales y colectivas de los profetas de la alimentación y del cuerpo, que no es más que la búsqueda constante de la regulación y sentidos de orden (apego a modelos estético-corporales aceptados socialmente), que aquejan constantemente al ser humano en contextos modernos y confusos, una marcación que revela un sentido identitario cuyo marco es lo estético-corporal por excelencia, y que busca incesantemente una reafirmación en el mundo virtual a través de su propio resultado, observándose cuerpos deseables no necesariamente saludables.


Escrito por

Erick Aldy

Sociólogo, MG. Antropología Social


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